23.3.08

Una carta en el Stela

Querida madre,

No lo vas a creer, pero llevo varios días soñando contigo y con papá. Siempre el mismo sueño. Papá juega con Lucas detrás de los armarios, tú escuchas un audiolector de risa. Tiene que ser de risa porque no paras de sonreír y de cerrar los ojos como lo hacías antes cuando algo te divertía. Yo os observo sentado en mi jet. ¡Mi jet! ¿te acuerdas? Cómo me lo pasaba de pequeño con él, sentía que era el dueño del mundo. Y eso que solo se elevaba un par de metros, pero para mí ya era ser un explorador espacial.

El caso es que en el sueño no habéis cambiado nada. Sois exactamente igual que cuando yo era un crío. En cambio, yo soy como ahora, tal cual. Al principio del sueño, estoy un poco desconcertado por poder montar el jet a pesar de mi tamaño, y porque sé que vosotros habéis envejecido y os veo jóvenes. Pero las risas de Lucas, tu sonrisa y la voz de papá, que siempre me tranquilizó, hacen que poco a poco empiece a disfrutar de estar de nuevo en casa. Y me voy sintiendo cómodo y confortable. Entonces, oigo un ruido estremecedor, miro por la ventana, y veo al Stela cayendo hacia mí en llamas, entre las explosiones de los motores. Siempre me despierto gritando. Creo que los compañeros ya se están empezando a hartar de mí, aunque no dicen nada porque hace mucho que ni hablamos entre nosotros. ¿Para qué?

Ahora estamos escondidos en un agujero. Es mejor que acabar a la deriva por ahí y que esos cerdos te vuelen en pedazos, supongo. De todas formas, está claro que no vamos a salir de aquí. Mamá, no vamos a salir de aquí. Dios mío, qué voy a hacer.

Ayer pensé, sin querer, en lo solo que se sentirá el que muera el último. Paseará por todas las cubiertas pisando cadáveres hasta que se ya no aguante más. Espero ser de los primeros, pero tengo miedo a morir, mamá. Si fuera más valiente, bajaría a la cubierta Cuatro, que voló por los aires en el primer ataque, y me colgaría. Allí ya no queda nada ni nadie. Y aún así, cada vez que bajamos a por materiales, seguimos oyendo esos golpes... pero eso a ti te da igual.

Te quiero, mamá, y a papá, y quiero incluso al tonto de Lucas. Dale un beso de mi parte y dile que siento haberme acostado con su novia. Otro beso para papá y otro enorme para ti. Ojalá pudiera verte y oirte. Imagino que es difícil que te lo creas, después de todo, pero ya no estoy enfadado contigo y te echo de menos.

Espero que cuando nos encuentren, alguien se moleste en llevarte esta carta. Las comunicaciones están cortadas, al menos para nosotros. Muy mala señal, mamá. No hay salida. Te quiero.

Ekki

No hay comentarios: