23.3.08

A salvo

Ayer, por primera vez en mucho tiempo, pude dejar mi puesto al mando de la nave y descansar con cierta tranquilidad. La nave no está en condiciones de nada y como pudo comprobar el Atila, este cráter no es tan buen escondite como parece. Lo más normal sería que cualquier patrulla perdida nos mandase al infierno... aunque puede que ni hiciera falta.
No tenemos potencia ni para mantener el soporte vital en algunas cubiertas. En una bajada de potencia hemos perdido tres cubiertas. He tenido que elegir cuáles. Debería serme difícil elegir cuáles, pues no tienen muchas oportunidades de salvarse, pero la verdad es que instintivamente he elegido entre las de los refugiados. Han muerto treinta y cuatro. En vez de pensar sobre la decisión en sí o sus repercusiones, he estado preguntándome sobre lo fácil que me ha resultado la elección y lo poco que me han importado esas muertes. Al fin y al cabo llevo toda la vida preparándome para la guerra: la idea es que pueda decidir rápido y que no me afecte, pero aún así me ha pillado por sorpresa.
Todo me ha pillado por sorpresa, de la mierda de patrullera del Colón a este gigante hay un abismo. De decidir por quince personas a más de quinientas. Siempre me habían dicho que era más fácil cuanta más gente estaba a tus ordenes: no puedes conocer a muchos personalmente. Tenían razón. Se suponía que mi asignación al Estela era para aprender, desde luego está funcionando.
Lo peor de todo es que, pese a todas estas cosas que rondaban mi cabeza, he dormido como un niño. Espero que el imbecil de Okembe tarde mucho en volver del Atila.

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